4 ago 2015

Rituales íntimos

La conversación era escatológica. Por supuesto, no estaba relacionada con la escatología cristiana. Aunque, pensándolo mejor, quizás todo tenga alguna relación oculta, o etimológica.
Uno de los comensales empezó a hablar del tránsito intestinal en época vacacional, y no, no se habló precisamente de yogures. Entre risas, muecas de asco y caras que se cubrían con una mano, uno de los comensales empezó a relatar dos de sus periplos intestinales más triunfales.

Después de excursiones infinitas, afirmó concluir la visita en una iglesia. Los servicios del recinto eran grandes, limpios y con puertas que llegaban hasta el suelo. Motivos todos ellos suficientes para desahogar su íntimo vía crucis. San Ignacio de Loyola. Afirmó el comensal repetidas veces, sorprendido de recordar el nombre de un emplazamiento que parecía haber olvidado. El relato empezó a hilar un vínculo peculiar cuando confesó haber tenido otra desesperada urgencia, nada más y nada menos, que en el Vaticano.

-¡Chico! ¡Te da por cagar siempre en las iglesias!- Exclamó una voz del corrillo.

El estruendo de risotadas fue descomunal.
La cara de asombro del narrador un poema.


Quizás la transgresión de un conservador con alma punk.