Ir a su casa era una cosa
especial. Habían ido a menudo. Habían. En fin.
Por la mañana se
despertaron para hacer el desayuno. Unas tostadas con aceite y un café sería
perfecto. Por ahí pasó uno de los compañeros de piso de A. Después de merodear
para comprobar que estaban haciendo, habló un poco con B.
- Te has quedado a dormir
verdad?
-B respondió: -Si.
- Pero sois novios?
-B respondió sin filtrar.
– ¡Pero porqué demonios siempre se tiene que hacer la misma puñetera pregunta! ¿Es
que dos personas no pueden quedar para compartir momentos, sin presentarse a la
sociedad como tal?
A miró con extrañeza, y es
que si hubiera contestado él, habría dicho que si.
A ella le hubiera
encantado. Pero ahora ya nunca pasaría.