27 nov 2017

Los miedos de la anticipación

Ir a su casa era una cosa especial. Habían ido a menudo. Habían. En fin.
Por la mañana se despertaron para hacer el desayuno. Unas tostadas con aceite y un café sería perfecto. Por ahí pasó uno de los compañeros de piso de A. Después de merodear para comprobar que estaban haciendo, habló un poco con B.

- Te has quedado a dormir verdad?
-B respondió: -Si.
- Pero sois novios?
-B respondió sin filtrar. – ¡Pero porqué demonios siempre se tiene que hacer la misma puñetera pregunta! ¿Es que dos personas no pueden quedar para compartir momentos, sin presentarse a la sociedad como tal?

A miró con extrañeza, y es que si hubiera contestado él, habría dicho que si.

A ella le hubiera encantado. Pero ahora ya nunca pasaría.