Llevas la lujuria por luto
y me invitas a la fiesta
de la ciega osadía.
Colchón de quejidos
del ritual clandestino
que alumbra la estufa.
Desnudas el disimulo
de tantas veces
que has perdido.
Por eso el viento.
Por eso el cuento.
Por eso el cuerpo.
Por eso entiendo.